Es la más antigua de este grupo. La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón (en latín, Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici), también llamada la Orden del Temple nació a principios del siglo XII, tras la Primera Cruzada, cuando nueve caballeros franceses, liderados por Hugo de Payens, hicieron un voto para proteger a los peregrinos que viajaban a través de la Tierra Santa. Con el paso del tiempo se les unieron más caballeros, y la organización creció acumulando riqueza, fama y poder.
En la cultura popular los caballeros templarios asumieron el papel de proveedores de fondos de muchas otras sociedades secretas así como de reyes y papas, además de guardianes de los tesoros cristianos más sagrados como el Santo Grial o la sangre de Jesucristo.
Su poder se extendió por Europa occidental desde la Península Ibérica a Polonia y Hungría, incluso en las islas británicas hasta Tierra Santa. Además, construyeron numerosas fortificaciones por todo su territorio de influencia, un legado que ha llegado hasta nuestros días. En España, son famosos el castillo de Ponferrada (León), Caravaca de la Cruz(Murcia) o el de Peñiscola (Castellón) así como la iglesia de la Vera Cruz (Segovia).
El éxito de los templarios se vincula estrechamente a las Cruzadas. La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos a la orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios crearon una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera. En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden. Su abrupta erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas que han mantenido vivo hasta nuestros días el nombre de los caballeros templarios.